¡Qué magnífico escritor Fernando Palazuelos, un autor dotado para el arte de narrar, que se atreve además con todo. Ha escrito novelas, libros de relatos, poesía y teatro. Con Geometría del azar continúa experimentando en el mundo del relato corto. Y lo hace bajo un principio interesante: una especie de diario personal, repleto de experiencias donde el autor se pregunta por los hechos de la ciencia y por los sucesos casuales. El resultado es curioso, se mueve entre la realidad y la fantasía, entre la reflexión y la risa. Estamos ante un brillante tratado sobre el azar, pero un tratado profundamente literario, juguetón y misterioso. Los caminos del Señor son inescrutables, los del talento también. (Blog del programa radiofónico “Pompas de papel”, de Eustal Irrati Telebista)
Palazuelos hace un extraordinario ejercicio de recopilación de historias y anécdotas relacionadas con las sorprendentes carambolas vitales que tantas veces nos dejan boquiabiertos. Lo más destacable de este recorrido por lo fortuito es, precisamente, como adelanta su título, la observación de la geometría del azar desde todos los ángulos posibles. Con una narrativa certera el autor mira con lupa los hilos casi invisibles de los fenómenos casuales, describiendo acontecimientos, unas veces nimios y otras determinantes en su propia vida y en la de quienes le rodean, dejando en cada relato un sutil interrogante sobre la magia con la que se producen determinados encuentros, desencuentros o serendipias que afectan al transcurrir de la Historia. Geometría del azar es una vitrina de fenómenos que da gusto observar por la destreza con la que son mostrados y el pellizco curioso que proporcionan, la duda sobre lo que el destino nos tiene preparado, la importancia de cada una de nuestras decisiones o el placer de dejarse sorprender por lo inesperado. Fernando Palazuelos ha conseguido con este libro una muestra poco habitual de relato, a ratos literario, a ratos ensayístico, lleno de estímulos y propuestas acerca del suceso azaroso. (www.literaturasnoticias.com)
DA LA SENSACIÓN DE QUE FERNANDO PALAZUELOS ES UNO DE ESOS ESCRITORES A LOS QUE SÍ LES BASTA CON SU OBRA.
Desde que hace quince años ganó el Tigre Juan con La trastienda azul, su carrera ha ido avanzando y adensándose lejos de los cauces tan contemporáneos de la autopromoción, la omnipresencia y el gato por liebre. Ha publicado en editoriales pequeñas y de prestigio, y ha ganado algunos de esos premios literarios que parecen atender a honrados presupuestos. En todo este tiempo no ha resultado extraño que cada uno de sus libros fuese muy distinto del anterior, como si el autor respondiese cada vez a un nuevo desafío personal, o como si no encontrase estimulante repetir asuntos, técnicas y tramas. Dos son las características que definen su último libro: el interés por las formas narrativas breves y la presencia en sus relatos de una mirada crecientemente cervantina. Geometría del azar agrupa tres decenas de historias de apenas un par de páginas construidas en torno a las casualidades, esos episodios de nuestras vidas en los que “fuerzas invisibles” parecen confluir de un modo inexplicable. Los relatos son amables y ligeros. Presentan un una apariencia autobiográfica y siguen un orden cronológico. La primera pieza habla de algo que le ocurrió a un abuelo del narrador en 1909 y en el último relato vemos al autor comprando un ejemplar de su segunda novela. Entre ambos episodios se suceden historias familiares, recuerdos de infancia y experiencias personales que son al tiempo ordinarias e increíbles: la clase de magias relacionadas con el azar que cualquiera experimenta en la vida. En un principio puede llamar la atención lo irregular de las historias del libro, pues hay ocasiones en las que apenas superan lo anecdótico, mientras que en otras alcanzan sorprendentes logros, como por ejemplo la efectiva radiografía del dèjá-vu que se hace en “Cristales rotos”. Sin embargo, poco a poco vamos dándonos cuenta de que lo que tenemos en las manos no es exactamente un libro de relatos, sino una especie de cuaderno personal centrado en el azar. Caben en él las grandes casualidades que en ocasiones determinan una existencia y también aquellas casi insignificantes que durante unos segundos nos hacen pensar en la peculiar textura de nuestro mundo. También hay sitio en el cuaderno para la reflexión de corte ensayístico, con un pie puesto en la ciencia y otro en la filosofía, sobre los asuntos del azar y del destino. “Yo encuentro cierta simpatía ácida, un humor negro poderoso y hechicero, en todas aquellas cuestiones del azar”, escribe Palazuelos. Y lo mismo podría decirse de su último libro. Un texto original, feliz y lleno de encanto. (Pablo Martínez Zarracina. Territorios. El Correo.)
Palazuelos hace un extraordinario ejercicio de recopilación de historias y anécdotas relacionadas con las sorprendentes carambolas vitales que tantas veces nos dejan boquiabiertos. Lo más destacable de este recorrido por lo fortuito es, precisamente, como adelanta su título, la observación de la geometría del azar desde todos los ángulos posibles. Con una narrativa certera el autor mira con lupa los hilos casi invisibles de los fenómenos casuales, describiendo acontecimientos, unas veces nimios y otras determinantes en su propia vida y en la de quienes le rodean, dejando en cada relato un sutil interrogante sobre la magia con la que se producen determinados encuentros, desencuentros o serendipias que afectan al transcurrir de la Historia. Geometría del azar es una vitrina de fenómenos que da gusto observar por la destreza con la que son mostrados y el pellizco curioso que proporcionan, la duda sobre lo que el destino nos tiene preparado, la importancia de cada una de nuestras decisiones o el placer de dejarse sorprender por lo inesperado. Fernando Palazuelos ha conseguido con este libro una muestra poco habitual de relato, a ratos literario, a ratos ensayístico, lleno de estímulos y propuestas acerca del suceso azaroso. (www.literaturasnoticias.com)
DA LA SENSACIÓN DE QUE FERNANDO PALAZUELOS ES UNO DE ESOS ESCRITORES A LOS QUE SÍ LES BASTA CON SU OBRA.
Desde que hace quince años ganó el Tigre Juan con La trastienda azul, su carrera ha ido avanzando y adensándose lejos de los cauces tan contemporáneos de la autopromoción, la omnipresencia y el gato por liebre. Ha publicado en editoriales pequeñas y de prestigio, y ha ganado algunos de esos premios literarios que parecen atender a honrados presupuestos. En todo este tiempo no ha resultado extraño que cada uno de sus libros fuese muy distinto del anterior, como si el autor respondiese cada vez a un nuevo desafío personal, o como si no encontrase estimulante repetir asuntos, técnicas y tramas. Dos son las características que definen su último libro: el interés por las formas narrativas breves y la presencia en sus relatos de una mirada crecientemente cervantina. Geometría del azar agrupa tres decenas de historias de apenas un par de páginas construidas en torno a las casualidades, esos episodios de nuestras vidas en los que “fuerzas invisibles” parecen confluir de un modo inexplicable. Los relatos son amables y ligeros. Presentan un una apariencia autobiográfica y siguen un orden cronológico. La primera pieza habla de algo que le ocurrió a un abuelo del narrador en 1909 y en el último relato vemos al autor comprando un ejemplar de su segunda novela. Entre ambos episodios se suceden historias familiares, recuerdos de infancia y experiencias personales que son al tiempo ordinarias e increíbles: la clase de magias relacionadas con el azar que cualquiera experimenta en la vida. En un principio puede llamar la atención lo irregular de las historias del libro, pues hay ocasiones en las que apenas superan lo anecdótico, mientras que en otras alcanzan sorprendentes logros, como por ejemplo la efectiva radiografía del dèjá-vu que se hace en “Cristales rotos”. Sin embargo, poco a poco vamos dándonos cuenta de que lo que tenemos en las manos no es exactamente un libro de relatos, sino una especie de cuaderno personal centrado en el azar. Caben en él las grandes casualidades que en ocasiones determinan una existencia y también aquellas casi insignificantes que durante unos segundos nos hacen pensar en la peculiar textura de nuestro mundo. También hay sitio en el cuaderno para la reflexión de corte ensayístico, con un pie puesto en la ciencia y otro en la filosofía, sobre los asuntos del azar y del destino. “Yo encuentro cierta simpatía ácida, un humor negro poderoso y hechicero, en todas aquellas cuestiones del azar”, escribe Palazuelos. Y lo mismo podría decirse de su último libro. Un texto original, feliz y lleno de encanto. (Pablo Martínez Zarracina. Territorios. El Correo.)