Críticas de Ficcionarium

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Fernando Palazuelos continúa en su constante y discreta dedicación a la literatura. Ha facturado un libro personal: un compendio de textos breves ambientados en distintas épocas, que tienen como idea-motor el juego entre ficción, realidad, historia y azar. Me gustan varias cosas de este libro. En primer lugar, la oportunidad de disfrutar de un autor cada vez más seguro de su oficio, que ahora demuestra inquietudes librescas tras pasar por la poesía solidaria en La memoria de los esclavos. En segundo lugar, la propia concepción del libro, que sugiere múltiples formas de lectura. Otra virtud es la parte central del libro, compuesta por seis relatos que, compartiendo temática e intención, resultan autónomos en ambiente. Aquí Palazuelos demuestra arte para el relato de media extensión y sorprende por su capacidad para la recreación histórica, la taracea erudita y la aprensión del detalle. Por su parte, muchos textos breves recrean acontecimientos de la Antigüedad con amenidad y un giro innovador. Sorprende la versatilidad del escritor para viajar de Persia a Suiza pasando por épocas tan fascinantes como la era de los inventos técnicos, la de los descubrimientos arqueológicos o el futuro. Libro grato Ficcionarium. Alguien verá ejercicios de estilo antes que pura creación. Da igual. Los textos de Palazuelos agradan y enseñan, al tiempo que hacen pensar en la paradoja nunca resulta de la relación entre Historia y ficción. Los cronistas escribieron más para disculpar a sus reyes que en honor a la verdad. Aristóteles habló del «como si fuera» para referirse a la narración ficticia. Libros como Ficcionarium siguen recordando que lo hermoso es narrar y leer lo narrado, y no preguntarse por la veracidad de las palabras. De hecho, ¿qué diferencia hay entre los textos verídicos de Palazuelos y los ficticios? No acudiré yo a una biblioteca para averiguarlo.” Pedro Telleria (suplemento cultural Mugalari)
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Hay quien desprecia la ficción brevísima, el microrrelato o minificción (sírvanse ustedes del nombre que quieran) por tenerla como un oficio necio y lastrante que solo demuestra la pereza o la torpeza del escritor. Nada más lejos de la realidad. Lo bueno si breve ya se sabe pero lo breve si brevísimo pues… buenísimo. Eso es lo que pasa con este magnífico libro de Fernando Palazuelos, Ficcionarium (Ediciones Baile del Sol, 2010) que es un hito en su carrera literaria. Un escritor de novelas, teatro y poesía se sienta ante los microrrelatos con el propósito de disfrutar escribiendo y deleitar con el resultado como hacen los buenos escritores. Ficcionarium tiene tres partes (en la segunda las ficciones son más extensas) que abarcan periodos distintos de la escritura de los relatos. La verdad es que, te metas por donde te metas, seguro saldrás picado e infectado por algo que, creo yo, se llama ganas de vivir y de reír. Porque los cuentos de Ficcionarium aspiran a hacernos pensar deleitando. Y es que el autor nos ofrece, para los que se animen a mirar atrás un índice que muestra que cuentos son verídicos, pura ficción o un híbrido entre ambas. Yo les sugiero que no lo lean hasta el final y luego les propongo un juego: adivinar, intuir a cual categoría corresponde cada uno.
.     Los resultados les sorprenderán y sobre todo les dará una medida de la calidad del oficio del autor. Siempre es complejo elegir de entre tantos buenos microrrelatos unos pocos para hablar de ellos pero querría mencionar cuatro de ellos. “Torre de Babel” dibuja en su brevedad la típica confusión que es metáfora social y diagnóstico de nuestra circunstancia. Cada uno oye lo que quiere, o lo que le parece. “Georges Simenon” es un homenaje y retrato de uno de los grandes escritores europeos del siglo pasado. Infectado, qué casualidad, por el virus de la imaginación. “El castigo de Pavlov” es una pequeña genialidad que aporta algo nuevo del fisiólogo ruso al que tanto le debemos todos, saliva más saliva menos. Luego está mi favorito, “Sueño visionario”, que consigue unir con pocas líneas y con una densidad poética precisa pasado y futuro en un sueño para construir un texto que da para pensar y disfrutar.
.    Sin lugar a dudas Fernando Palazuelos ha superado el reto: ha conseguido someter la brevedad con resultados muy buenos, ha conseguido dominar el lenguaje para que los textos en su brevedad de concha escondan las melodías de un mar poderoso de olas. Porque no es simple escribir microficción y quien crea lo contrario se engaña. Un descubrimiento feliz este Ficcionarium que es una excelente puerta para entrar en el universo literario de Palazuelos que le hará pasar un rato “buenísimo” por lo brevísimo de sus textos que no deben leerse con excesiva rapidez: los buenos microrrelatos necesitan e invitan a la relectura, que es la reacción natural al asombro ante un texto brillante. (Pedro Crenes Castro; www/labibliotecaimaginaria.es)

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Ficcionarium deja un buen sabor de boca. Tiene ingenio, tiene contexto. El autor se ha decidido a jugar con la ficción y la realidad, dotando a personajes de la historia de vidas más allá de las que podemos conocer, jugando a hacer pasar por reales en un contexto histórico a los que no existieron y creando otros de la nada, y con ellos toda su historia. No esconde nada al lector: un índice final indica qué es qué (verídico, híbrido o ficción). A veces es una frase la que resuelve toda una ficción, a veces una anécdota se convierte en algo más ante nuestros ojos. Palazuelos observa, estudia, coge y transforma lo que tiene a mano, dejando volar la imaginación para sorprender al lector. Tiene oficio y se le nota. (Elena Sierra, El Correo)

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