DOSSIER DE CRITICAS


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La trastienda azul  (Lengua de Trapo, 1998)
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Una obra de madurez, por el hallazgo de su estructura y por su excelente reconstrucción del ambiente histórico (García de la Concha, presidente de la Real Academia de la Lengua).
Palazuelos muestra verdaderas dotes para reconstruir los ambientes y moldear la psicología de los personajes, con una madurez que hace del relato una más que respetable primera novela (El País).
Una obra estimable, de notable corrección; un ejercicio hecho con aplicación y destreza (El Mundo).
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Un joven autor que posee cualidades para afianzar una sólida carrera literaria (Abc).
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Un buen contador de historias. Apunta alto, y demuestra su talento... Habrá que seguirle los pasos (El Cultural)..
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Papeles de penumbra 
(Lengua de Trapo, 2001)
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Palazuelos se entrega sin reservas a una literatura exigente. Esta obra, ya bastante más que una vaga promesa de futuro, anuncia a uno de nuestros narradores jóvenes más valiosos (Santos Sanz Villanueva, El Cultural).

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Sus papeles de penumbra obran como salvoconducto hacia algunas verdades esenciales. Es de agradecer que Palazuelos haya logrado un héroe en la línea de los de Herman Hesse (Ernesto Ayala-Dip, El País).
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Hondura literaria, alejada de lo comercial. Una profunda reflexión sobre la existencia, un canto a la vida, una hermosa novela sobre los sentimientos del hombre. Palazuelos tiene talento, imaginación y una gran habilidad para proponer tramas complejas y poco convencionales (Nuria Gómez, Reseña).
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Tras su exitosa primera novela, hay que felicitar al autor por no elegir el camino fácil (el camino trillado) y apostar por el riesgo en esta historia intensa (José Fernández de la Sota, Periódico Bilbao).
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Palazuelos escribe con una lengua rica, espléndida en muchas ocasiones. Sabe sorprender con una precisa matización, lo que permite que la lectura de su libro sea verdaderamente agradable (Germán Gullón, Abc.es cultural).
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Palazuelos vuelve a evidenciar una claridad de ideas narrativas y un riesgo poco habitual. Papeles de penumbra es ante todo un análisis humano, un juego de dificultad extrema solventado con la pericia de quien conoce los mecanismos para componer una gran historia (Diálogos, revista cultural).
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Las manos del ángel  (Lengua de Trapo, 2006)
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Una novela excelente, y un magnífico autor para nuestra cartera de ganadores. (Jurado del Premio de Narrativa “Vicente Blasco Ibáñez”).
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Destaca de este libro su trabajada ambientación, la trama y el apasionante humanismo del personaje principal (Juan Manuel de Prada).
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Tesis hilada con brillantez y aventura en la línea del mejor Conrad. En las novelas de Palazuelos hay buena literatura, un sorprendente dominio del lenguaje y estructuras redondas que se notan poco, como debe ser. El lector crece con las reflexiones, los dolores y los pequeños triunfos de sus personajes; se divierte y aprende acerca de cómo somos y queremos ser. Uno se hace mejor persona cuando lee los libros de este autor. (Enrique Martín en la web de Pompas de Papel, Radio Euskadi, eitb.com/pompas).
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Esta novela muestra las dotes de narrador de Palazuelos, su garra creativa. La novela posee una equilibrada estructura dramática que confirma la solidez del autor. (Juan Ángel Juristo, ABCD, Escaparate).
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Pura chatarra  (Lengua de Trapo, 2007)

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El cometido que se impone a sí mismo el protagonista es una metáfora de su vida; es un personaje solitario y quijotesco empeñado en luchar por su libertad. Palazuelos transmite las peripecias emocionales del personaje haciendo latir al lector, lo que demuestra su condición de gran escritor. Un estilo sin recovecos, directo al corazón. (Fernando Marías, presidente del jurado del Premio “Ciudad de Barbastro”).
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Una fábula moderna que encierra una valiosa reflexión sobre la textura moral de nuestro tiempo. El discurso cabal y antimoderno del protagonista funciona como motor del libro y es uno de sus mayores aciertos. Para contar esta historia Palazuelos ha trabajado el ritmo y la exactitud. Estamos ante uno de sus mejores trabajos. (Pablo Martínez Zarracina, El Correo).
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Palazuelos confirma su fama de impecable y exigente narrador, como ya demostrara en sus anteriores entregas... En este caso su logro no es sólo haber trazado una historia esperanzadora dentro de un engranaje breve y eficaz, sino también la de proponer la defensa de la creación artística como salvación. (Paul Viejo, Diario Público).
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Uno de los jóvenes escritores en castellano más interesantes del momento en el País Vasco. Pura chatarra es una crítica al mundo actual, a lo que se nos vende como progreso. Un canto a las cosas que nos hacen creer y sentir. (Enrique Martín, Pompas de papel, Eitb).
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Palazuelos se pregunta por las ruinas, por un rincón para la memoria en medio de la imagen del futuro, y lo hace a través de la descripción eficaz y tierna de un hombre que trabaja por una utopía (...). Pura chatarra es una nueva mirada hacia el cambio social. (Jon Kortazar, Babelia)
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Si un libro es capaz de colocarse entre el hombre y su realidad para que pueda pensar despacio sobre ella, habrá cumplido su misión. No siendo la novela breve un género fácil, Pura chatarra está maravillosamente bien construida (...); es una gran novela corta. (...) Con su estilo exigente y sólido, sin concesiones a las palabras vacías o a los efectos baratos, Pura chatarra nos hace pensar poniendo ante nuestros ojos el dilema que vivimos: lo nuevo frente a lo viejo, la ciudad en mudanza y, al final, el mito del progreso más en duda que nunca. Eludiendo la tentación del soez freakismo actual que invade todo, Palazuelos toma el camino de la dignidad para contar de manera sencilla una historia honrada que colma al lector cuando cierra el libro. (Pedro Tellería, revista cultural Luke)
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Ianua Caeli  (Baile del Sol, 2008)
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Los personajes sufren una evolución a lo largo de la obra, fruto de la reflexión y la autocrítica; pero también el lector es susceptible de hacerlo. (...) Palazuelos no sucumbe a la literatura comercial, sino que es fiel a su estilo personal. De la lectura de sus libros se deduce que es un autor exigente con lo que escribe. (Nana García, Diario de Avisos)
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La obra se sitúa en una tradición teatral-filosófica que ha estado representada por autores como Unamuno. (El Correo)
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Acotaciones valleinclanescas, por la riqueza de matices; diálogos vivos y por momentos ácidos, que recuerdan al mejor Mihura; obra cargada de valores simbólicos. (...) Una obra con la que Palazuelos vuelve al texto teatral para mostrarnos su dominio en el manejo del lenguaje escénico. (Suplemento Pérgola, periódico Bilbao)
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Una parábola humana, esperanzadora y hermosa. Lo primero porque nos coloca sin solemnidad ni énfasis ante grandes cuestiones del ser humano (...); esperanzadora porque, superando con valentía posturas filosóficas que tanto inspiraron la literatura de otro tiempo, los personajes no están solos en su dolor (...); y hermosa porque las ideas son expresadas con un estilo sosegado y medido, que es la marca audaz del autor. Sin estridencias, con una estética de lo pequeño, Palazuelos pone en boca de sus personajes grandes verdades que envuelven al lector en su característica atmósfera tranquila. (...) Esta cálida obra encierra otros secretos, como una visión abierta y moderna del fenómeno religioso, o una original propuesta sobre la eternidad. (Pedro Tellería, suplemento cultural Mugalari, diario Gara)
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La memoria de los esclavos 
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Contundentes y afilados poemas los de este autor bilbaíno (programa radiofónico “Mar de fueguitos”, Tas-Tas Radio)
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Una llamada a la reacción frente a la sumisión y la esclavitud del hombre en la sociedad actual (Pérgola, Periódico Bilbao)
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Agradecemos la intención de algunos autores al acercarse al género cautelosamente, sin ánimo de ofender. Es el caso de Palazuelos, quien tras cuatro novelas y dos obras de teatro ha optado por la lírica para afrontar su último quehacer literario. Palazuelos despliega imaginería alegórica (...) y demuestra que no es un intruso en la poesía. (J. Alonso Prieta, Revista Quimera)


Ficcionarium


Fernando Palazuelos continúa en su constante y  discreta dedicación a la literatura. Premiado como narrador y dramaturgo, y con incursiones en la poesía, Palazuelos ha facturado un libro personal: un compendio de textos breves y en general narrativos que, ambientados en distintas épocas, tienen como idea-motor el juego entre ficción, realidad, historia y azar. Reconoce el autor deudas e inspiración al final del volumen. Borges, por ejemplo, pero también Monterroso o Ugarte. Detrás de todos está el relato y el más moderno, y a veces sobreexplotado, microrrelato. Palazuelos ha dividido el volumen en tres partes y ha clasificado los textos en verídicos, híbridos y ficticios. Buena parte alberga personajes históricos como Bonaparte, Charlie Parker, Nabucodonosor o Ampère, para los que el bilbaino confecciona un traje ficticio que los disfraza de personajes literarios. Me gustan varias cosas de este libro. En primer lugar, está la oportunidad de disfrutar de un autor cada vez más seguro de su oficio, que ahora demuestra inquietudes librescas tras pasar por la poesía solidaria en La memoria de los esclavos o plantearse asuntos teológicos en Ianua Caeli. En segundo lugar, la propia concepción del libro, que sugiere múltiples formas de lectura. Lo he leído de corrido, pero me gustaría pararme en cada texto aislado. Y tal vez intente una tercera lectura según la clasificación del autor. Otra virtud es la parte central del libro, compuesta por seis relatos que, compartiendo temática e intención, resultan autónomos en ambiente. Aquí Palazuelos demuestra arte para el relato de media extensión y sorprende por su capacidad para la recreación histórica, la taracea erudita y la aprensión del detalle. Por su parte, muchos textos breves recrean acontecimientos de la Antigüedad con amenidad y un giro innovador. Sorprende la versatilidad del escritor para viajar de Persia a Suiza pasando por épocas tan fascinantes como la era de los inventos técnicos, la de los descubrimientos arqueológicos o el futuro. Libro grato Ficcionarium. Hay precedentes, claro, como el barcelonés Perucho o, en los clásicos castellanos, el humanista Mejía y su miscelánea “Silva de varia lección”. Quizá estemos ante un subgénero dentro de un género. Alguien verá ejercicios de estilo antes que pura creación. Da igual. Los textos de Palazuelos agradan y enseñan, al tiempo que hacen pensar en la paradoja nunca resulta de la relación entre Historia y ficción. Los cronistas escribieron más para disculpar a sus reyes que en honor a la verdad. Aristóteles habló del «como si fuera» para referirse a la narración ficticia. Libros como Ficcionarium siguen recordando que lo hermoso es narrar y leer lo narrado, y no preguntarse por la veracidad de las palabras. De hecho, ¿qué diferencia hay entre los textos verídicos de Palazuelos y los ficticios? No acudiré yo a una biblioteca para averiguarlo. Me dejo llevar, como ingenuo lector, por el viento de una historia.”  Pedro Telleria (suplemento cultural Mugalari)
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Hay quien desprecia la ficción brevísima, el microrrelato o minificción (sírvanse ustedes del nombre que quieran) por tenerla como un oficio necio y lastrante que solo demuestra la pereza o la torpeza del escritor. Nada más lejos de la realidad. Lo bueno si breve ya se sabe pero lo breve si brevísimo pues… buenísimo. Eso es lo que pasa con este magnífico libro de Fernando Palazuelos (Bilbao, 1965). “Ficcionarium” (Ediciones Baile del Sol, 2010) que es un hito en su carrera literaria. Un escritor de novelas, teatro y poesía se sienta ante los microrrelatos con el propósito de disfrutar escribiendo y deleitar con el resultado como hacen los buenos escritores. “Ficcionarium” tiene tres partes (en la segunda las ficciones son más extensas) que abarcan periodos distintos de la escritura de los relatos. La verdad es que, te metas por donde te metas, seguro saldrás picado e infectado por algo que, creo yo, se llama ganas de vivir y de reír. Porque los cuentos de “Ficcionarium” aspiran a hacernos pensar deleitando. Y es que el autor nos ofrece, para los que se animen a mirar atrás un índice que muestra que cuentos son verídicos, pura ficción o un híbrido entre ambas. Yo les sugiero que no lo lean hasta el final y luego les propongo un juego: adivinar, intuir a cual categoría corresponde cada uno.
        Los resultados les sorprenderán y sobre todo les dará una medida de la calidad del oficio del autor. Siempre es complejo elegir de entre tantos buenos microrrelatos unos pocos para hablar de ellos pero querría mencionar cuatro de ellos. “Torre de Babel” dibuja en su brevedad la típica confusión que es metáfora social y diagnóstico de nuestra circunstancia. Cada uno oye lo que quiere, o lo que le parece. “Georges Simenon” es un homenaje y retrato de uno de los grandes escritores europeos del siglo pasado. Infectado, qué casualidad, por el virus de la imaginación. “El castigo de Pavlov” es una pequeña genialidad que aporta algo nuevo del fisiólogo ruso al que tanto le debemos todos, saliva más saliva menos. Luego está mi favorito, “Sueño visionario”, que consigue unir con pocas líneas y con una densidad poética precisa pasado y futuro en un sueño para construir un texto que da para pensar y disfrutar.
       Sin lugar a dudas Fernando Palazuelos ha superado el reto: ha conseguido someter la brevedad con resultados muy buenos, ha conseguido dominar el lenguaje para que los textos en su brevedad de concha escondan las melodías de un mar poderoso de olas. Porque no es simple escribir microficción y quien crea lo contrario se engaña. Un descubrimiento feliz este Ficcionarium que es una excelente puerta para entrar en el universo literario de Palazuelos que le hará pasar un rato “buenísimo” por lo brevísimo de sus textos que no deben leerse con excesiva rapidez: los buenos microrrelatos necesitan e invitan a la relectura, que es la reacción natural al asombro ante un texto brillante. (Pedro Crenes Castro; www/labibliotecaimaginaria.es).
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