Entrevista acerca de Ianua Caeli (La puerta del Cielo)



Entrevista acerca de la obra teatral Ianua Caeli (La puerta del Cielo)

¿Qué es Ianua Caeli?
Es una tragicomedia, un encuentro de personajes que, a la par que divertido, resulta ser una reflexión sobre el error y el remordimiento. El texto nace de una idea muy concreta: No poderse replantear el pasado es una de las limitaciones más crueles de la condición humana. No hay vuelta atrás. Si uno comete un error, ese leve cambio de agujas puede cambiar el rumbo de su vida. Hay algo trágico en ello, una especie de cadena causal de la que somos esclavos.

¿Hay en la obra un interés específico por lo religioso?En realidad el texto es una reflexión aconfesional. Sin que se haga de un modo doctrinario, en el texto se habla de recapacitación, pero no de doctrinas concretas ni de la fe. Tampoco se habla de raseros morales ni de tablas de valores. Lo que queda latente en las palabras de los personajes es el sentimiento íntimo, la capacidad para errar, la imposibilidad de olvidar y la oportunidad para entenderse y amar.

El encuentro de los personajes que propone, ¿es una metáfora de que, en determinadas circunstancias, el ser humano tiende a confesar sus secretos, o incluso de que cualquiera esconde sus propios trapos sucios?Sí, algo así. En una celda, en una trinchera, en un bar de madrugada, las personas sienten el apremio de hermanarse, reconocerse en sus palabras y en la mirada de otro. Uno tiende a buscar nuevos espejos en los que mirarse, nuevas interpretaciones de sí mismo. En último término tal vez busca la aceptación. Cada persona es prisionera de su propia historia. En esta obra cada personaje arrastra su lastre particular, una herida sin curar, un estigma inevitable.

¿Hay una interpretación de la esperanza, de la capacidad potencial del hombre para la bondad y la honestidad?Posiblemente como sucede en la vida real, todos los personajes de la obra son culpables de algo. Todos han sido enjuiciados, no sólo por una Verdad exterior o suprema, sino por ellos mismos. No obstante, pese al peso de la culpa, brilla en ellos una luz especial, como si pese a los errores prevaleciera en ellos una esencia noble. Esa es la luz del texto, el fulgor que emana de los diálogos y de la psicología que los modela.
¿Ha sido el humor compatible con esta búsqueda?Sí. Ese era el reto. Aunar cierta trascendencia con un aire distendido, incluso con tintes de comedia. Me he divertido mucho, lo cual me gustaría que repercutiera en el lector, en el espectador.

¿Hay reminiscencias al teatro clásico? El inicio parece recordar a los ambientes de Valle Inclán.Hay algo de homenaje a las primeras obras de teatro que leí. Pero en realidad la obra es contemporánea, a la vez que intemporal. Llevado a escena, el texto es perfectamente adaptable a otras variantes escenográficas.

¿Aún es válido el teatro de sala en su construcción tradicional?
Admiro mucho todas las modalidades del arte escénico. Sin embargo, al no ser un autor vinculado al mundo teatral (soy más narrador que otra cosa), he buscado el formato más adecuado a mí. El teatro es compatible con el formato libro, y he indagado por esa vía. No creo que cierto tipo de teatro de sala esté desfasado. Hace poco presencié una obra de Chéjov que era absolutamente deliciosa, una obra inmortal, imperecedera. Así y todo, este mismo texto, entendido como representación, es susceptible de ser montado con un ambiente absolutamente futurista. Una estética aséptica y minimalista, por ejemplo, podría funcionar perfectamente. Basta que una dirección artística aplique su criterio personal a la base del texto para que el montaje final sea absolutamente innovador
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